Los desastres climáticos, cada vez más frecuentes e intensos, se han convertido en una amenaza creciente para la seguridad y la estabilidad económica en América Latina y el Caribe. En los últimos 50 años, la región ha enfrentado, en promedio, un desastre natural por semana, con cuatro de cada diez latinoamericanos y caribeños afectados por fenómenos como tormentas, huracanes, inundaciones o sequías. Estos eventos han causado cerca de 100,000 muertes y pérdidas económicas superiores a los 360,000 millones de dólares, una cifra comparable al PIB de Colombia.
El cambio climático, junto con la rápida urbanización y la fragilidad de los sistemas sociales, promete intensificar aún más estos impactos. Sin embargo, contamos con herramientas tecnológicas avanzadas que ofrecen soluciones para mitigar estos efectos. Desde la previsión meteorológica hasta la inteligencia artificial (IA), estas tecnologías nos permiten monitorear riesgos climáticos en tiempo real, movilizar recursos de manera más eficiente y prevenir desastres mediante alertas tempranas.
Es imperativo que América Latina y el Caribe adopten una agenda ambiciosa que integre tecnología y soluciones comprobadas. Un sistema universal de alertas tempranas es esencial para salvar vidas y reducir pérdidas económicas. Increíblemente, a pesar de ser una región pionera en telecomunicaciones, América Latina está rezagada en la implementación de estos sistemas. Con una inversión de solo 0.012% del PIB regional, sería posible establecer un sistema integral de alertas que podría salvar innumerables vidas y generar un retorno económico significativo.
La próxima COP30, que se celebrará en Brasil en 2025, ofrece una oportunidad clave para que la región lidere la lucha contra el cambio climático y demuestre un compromiso firme con la prevención de desastres. Es el momento de pasar de la promesa a la acción, implementando un sistema de alertas tempranas que proteja a todos los ciudadanos de la región antes del plazo establecido.
No podemos permitir que los desastres climáticos sigan devastando vidas y economías cuando las soluciones tecnológicas están al alcance. América Latina y el Caribe merecen estar protegidas, y el momento de actuar es ahora.
Por: Rafael Santos