A menudo subestimamos el poder de los pequeños actos: levantarnos un día más, seguir adelante cuando el cansancio aprieta, confiar en el proceso cuando los resultados no son inmediatos. Pero son precisamente esos gestos, aparentemente insignificantes, los que construyen un futuro más fuerte.
No te compares con otros. Cada persona tiene su propio ritmo, sus propias pruebas y sus propias victorias. Lo que hoy siembras en disciplina y amor, mañana se convertirá en logros y oportunidades.
Las caídas son aprendizajes. Las pausas, momentos para recargar energías. Confía en que todo, incluso lo difícil, tiene un sentido. Tu valor no depende de lo que logras, sino de la fuerza con la que decides seguir adelante. Cada día que eliges no rendirte es una victoria.
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