 
        Era un miércoles frío en el Alto Manhattan cuando Rhony Ramos, un padre dominicano de 29 años, salió de su casa en Washington Heights hacia su trabajo en el Lower East Side. Como cada mañana, besó a sus hijos de 6 y 7 años, les prometió volver pronto y se dirigió a la estación del tren A. Pero esa vez, nunca llegó.
Desde entonces, su familia vive un calvario de incertidumbre. Su hermano, Freddie, ha liderado la búsqueda, recorriendo cada rincón de los barrios donde Rhony solía transitar. Los vecinos, conmocionados, han colocado carteles con su foto en Pelham Parkway, Fordham y Castle Hill, mientras las vigilias se multiplican en las calles. «No es solo un desaparecido, es un padre, un hijo, un hermano», dice Freddie, con la voz quebrada, mientras repasa una y otra vez los detalles de ese fatídico día.
Los niños de Rhony, quienes no entienden por qué su padre no regresa, son el motor que impulsa a su familia a seguir buscando. «Ellos preguntan cada día: ‘¿Dónde está papá?’», cuenta su madre, quien se aferra a la esperanza de que aparezca con vida. La comunidad dominicana en Nueva York se ha unido en un esfuerzo colectivo, organizando cadenas de oración y presionando a las autoridades para que no abandonen la búsqueda.
El caso ha trascendido fronteras, con medios locales y líderes comunitarios exigiendo al NYPD que intensifique los esfuerzos. Mientras tanto, la pregunta sigue en el aire: ¿Qué pasó con Rhony Ramos? Su familia, sus hijos y toda una comunidad esperan respuestas.

 
         
         
         
         
         
        