La excesiva congestión del tradicional barrio de geishas y ‘maikos’ –aprendices de geisha– de Gion llevó a la asociación de vecinos de su área sur a prohibir la entrada de turistas en una de sus calles de ‘okiyas’ –las casas donde empiezan a formarse las geishas-.
Gion, el conocido barrio de las geishas de Kioto, ha comenzado a aplicar restricciones de acceso en sus calles ante el sobreturismo, lo que ilustra las dificultades de Japón a la hora de lidiar con el número récord de viajeros extranjeros que el país viene recibiendo en los últimos meses.
Japón superó en abril y marzo los tres millones de visitantes mensuales, unos niveles inéditos que están deparando problemas ante los cuales las autoridades locales y los residentes han respondido con medidas que en ocasiones resultan controvertidas.
La semana previa, la ciudad de Fujikawaguchiko bloqueó una vista del Monte Fuji con barreras y una pantalla para evitar que los turistas continuaran agolpándose en la zona y obstaculizando el tráfico.
Gion, menos accesible al turismo
La excesiva congestión del tradicional barrio de geishas y ‘maikos’ –aprendices de geisha– de Gion llevó a la asociación de vecinos de su área sur a prohibir la entrada de turistas en una de sus calles de ‘okiyas’ –las casas donde empiezan a formarse las geishas-.
Lo hicieron instalando dos carteles en inglés, japonés y chino que advierten de una posible multa de hasta 10.000 yenes (unos 58 euros) si se incumple la negativa.
«Turistas y grupos de viajes organizados acceden a la calle, lo que impide entrar y salir a las ‘maikos’. Se quejaron las personas de las ‘okiyas’ y los vecinos», explicó a EFE Isokazu Ota, representante de la asociación de vecinos que lidera la iniciativa, sin colaboración del gobierno de Kioto, en referencia al motivo del veto.
«El sur de Gion no tiene un modelo de negocio turístico. Otras zonas –en Kioto– cuentan con tiendas o restaurantes a los que entran visitantes que contribuyen a sus ventas. Sin embargo, aquí, apenas hay comercios de ese tipo», aclaró antes de sentenciar: «Dicho de otro modo, los locales –del sur de Gion– tomamos como una molestia que vengan turistas».
No descartan otras restricciones
La prohibición llega tras medidas menos restrictivas también en forma de cartel que pedían a los turistas «comportamientos apropiados», pero que resultaron inefectivas ante los ‘paparazzi de geishas’.
Así apodan a los forasteros que persiguen a estas mujeres entrenadas en artes tradicionales niponas del entretenimiento por Gion, llegando a tirar de sus kimonos, para lograr fotografiarlas.
«Creo que quieren ‘me gusta’ en sus perfiles de Instagram, Twitter, o algo así», bromeó Ota a la vez que un grupo de medio centenar de turistas taiwanesas vestidas con kimonos de alquiler paseaba por la misma calle.
Con el objetivo de proteger a geishas y ‘maikos’ y a su entrada y salida de los centros de preparación, el portavoz vecinal no descarta que Gion aplique restricciones similares en otras áreas: «Hay gente de otras calles que también se queja», señaló.
Fabricar e instalar los dos carteles que ya forman parte del paisaje de Gion costó a la asociación de vecinos un total de 600.000 yenes (3.523 euros). «Es por eso que no podemos poner muchos. Al ser una calle privada, no tenemos acceso a ayudas financieras», lamentó Ota.
Los turistas lo entienden
Kioto, como otras ciudades japonesas, entre ellas la mencionada Fujikawaguchiko, viven en gran medida del turismo, pero ciertas áreas no se ven preparadas para acoger y gestionar a tantos visitantes, muchos de los cuales comprenden el control por parte de las autoridades.
Es el caso de Lola Fernández y Andrés Alonso, de luna de miel en Japón y procedentes de la ciudad española de Valladolid, que lucen kimono por las calles de Gion, o de Jon García y Roxana Gogonea, una pareja de turistas de Barcelona, todos ellos sorprendidos por el sobreturismo que concentra el país.
«No nos imaginábamos Japón con tanta gente. Estás mucho tiempo en colas para todo. Cola para coger el tren, cola para un restaurante… Cola, en general», dijo Fernández.
Por su parte, Gogonea explicó: «Nos hemos despertado a las 05:00 y hemos ido a la zona de Fushimi Inari -conocida por sus mil puertas ‘torii’- y ya había gente», a lo que García añadió: «Esperábamos menos gente de la que había».
«Entiendo al Gobierno japonés y creo que está bien limitar a los turistas porque a veces nos pasamos de la raya, algunos, y hay demasiada gente. Es lógico», opinó Alonso.
Kioto, una ciudad de 1,4 millones de habitantes, recibió 43,6 millones de turistas en 2022, lo que supuso un fuerte repunte tras los años de pandemia de coronavirus, aunque la cifra todavía está diez millones por debajo de los 53,25 que registró en 2019.
MARÍA CARCABOSO ABRIÉ
Agencia EFE