La industria china acaba de dar un paso muy importante. Y es que, tras años atascados con una fibra de carbono que no responde a las exigencias de ciertas industrias (como la militar u la aeroespacial), han logrado desarrollar la tecnología necesaria para producir fibra de carbono de categoría T1000 en masa.
Debido a la situación actual de guerra tecnológica y comercial entre China y Estados Unidos, al gigante asiático se le ha vetado el acceso a ciertos materiales, componentes y tecnologías. Continuamente hablamos sobre cómo todo esto está afectando a la producción de semiconductores debido a que China no puede acceder a las máquinas más punteras de ASML (como las que ya tiene Intel en su poder).
Eso ha puesto a trabajar a los mejores científicos chinos para exprimir las máquinas de generaciones anteriores que tienen en su poder, pero está claro que esta batalla va más allá de los semiconductores. La fibra de carbono es un material crucial que también se ha estado controlando y, de hecho y mucho antes del actual veto tecnológico, ya se perseguía a quien intentaba mandar fibra de carbono de alta calidad a China.
El motivo es que esta fibra de carbono tiene aplicaciones que atentan contra los intereses de Estados Unidos tanto en la carrera espacial como, sobre todo, en el proceso de tecnologización de las fuerzas militares chinas. Eso sí, ya no hará falta la importación ilegal.
Resina reforzada con fibra de carbono, el Grial del entramado militar
Que Estados Unidos mantenga (y apriete cada vez más) un veto tecnológico sobre China se debe a la sospecha de que la tecnología occidental está siendo usada en armamento. Se persigue que esta tecnología, planos y licencias no se utilicen para mejorar la tecnología del ejército y que empresas como Huawei estén en la ecuación es algo que responde a ese pensamiento de que están fuertemente ligados al Gobierno.
Aparte de los semiconductores, que dan vida a armamento y equipos informáticos, se vetó el acceso de la fibra de carbono de clase T1000. Aparte de ser el robot malo de ‘Terminator 2’, T1000 es el nombre que recibe la fibra de carbono de alto rendimiento. Es uno de los materiales más resistentes y esa clasificación lo hace apto para soportar una gran tensión mecánica.
Durante años, la producción de fibra de carbono en China se había limitado a las variantes T300 y T700 en masa, muy lejos de las propiedades de una variedad T1000 mucho más sofisticada. Se podía crear fibra T1000, pero no en grandes cantidades. Ahora bien, como leemos en South China Morning Post, la empresa Changsheng Technology y la Universidad de Shenzhen han descubierto cómo mejorar la producción de esta variante.
Con el descubrimiento, se estima que la empresa podrá producir más de 1.700 toneladas de fibra de carbono de alto rendimiento por año en una nueva línea de producción con sede en la provincia de Hebei. A pesar de las restricciones occidentales, China parece haber dado con la clave para fabricar este material y se estima que la producción a gran escala de esta fibra de carbono sea un salvavidas para varias industrias.
Por ejemplo, estos últimos años se han multiplicado las instalaciones de energía de hidrógeno y eólica, dos campos en los que la fibra de carbono de alto rendimiento es necesaria debido tanto a las propiedades físicas como a la durabilidad del material. Asimismo, esta fibra de carbono es usada en misiles, satélites y estaciones de combate debido a que es un material extremadamente ligero (un metro sólo pesa 0,5 gramos y puede soportar 500 kilos de fuerza) y resistente, pero además tiene otras propiedades.
Por ejemplo, el polímero reforzado con fibra de carbono, llamado también CFRP, es clave para esta industria militar y los buques de guerra que la utilizan en el casco pueden absorber ondas electromagnéticas. También tienen una gran resistencia ante impactos y su estructura interna puede ayudar a dispersar las ondas de los radares, haciendo que sean más difíciles de identificar.
Desde organismos externos a Changsheng se ha reportado que el 95% de la fibra de carbono producida por la empresa cumple los estándares de calidad, por lo que China habría encontrado la clave para mejorar las propiedades físicas tanto de su armamento como de su industria energética.
Eso sí, ante ante todos estos vetos, China no se ha quedado de brazos cruzados, respondiendo con limitaciones en las exportaciones de tierras raras, algo muy importante para desarrollar ciertas industrias, como la de los vehículos autónomos y eléctricos. Y, de la manera que sea, empresas muy dentro del conflicto, como la propia ASML, llevan tiempo avisando de que la actual situación no beneficiará ni a un bando… ni al otro.
Alejandro Alcolea