Por: Rafael Santos
EE.UU. actualiza acuerdo científico con China, limitando la cooperación tecnológica
Estados Unidos ha revisado un acuerdo de ciencia y tecnología con China, vigente desde hace décadas, para alinearlo con la creciente rivalidad tecnológica entre ambas naciones. El nuevo pacto, firmado tras meses de negociaciones, establece un marco más restrictivo y con mayores salvaguardias, buscando proteger los intereses de seguridad nacional de EE.UU.
Alcance limitado y nuevas barreras de seguridad
El Departamento de Estado informó que el acuerdo actualizado mantiene estrictas protecciones de propiedad intelectual y promueve la transparencia y reciprocidad en la colaboración científica. Sin embargo, limita su enfoque exclusivamente a la investigación básica, evitando incluir áreas de tecnologías emergentes como la inteligencia artificial y la computación cuántica, que son estratégicas tanto para el desarrollo económico como para la capacidad militar.
“Este acuerdo refleja los intereses actuales de EE.UU. y refuerza las medidas de protección frente a riesgos de seguridad en las investigaciones conjuntas,” declaró el Departamento de Estado.
Un pacto con raíces históricas
El acuerdo original fue firmado en 1979, cuando EE.UU. y China establecieron relaciones diplomáticas con el objetivo de contrarrestar la influencia de la Unión Soviética. En ese entonces, China estaba rezagada en ciencia y tecnología frente a EE.UU. y otras potencias occidentales. Desde su última renovación en 2018, el contexto geopolítico ha cambiado drásticamente, llevando a Washington a reevaluar las condiciones del acuerdo para reflejar la creciente competencia tecnológica con Beijing.
Con esta actualización, el pacto extiende la cooperación científica por cinco años, aunque bajo parámetros más estrictos que los acordados en sus versiones anteriores.
Tensiones tecnológicas en aumento
La relación entre EE.UU. y China ha estado marcada por restricciones y prohibiciones tecnológicas. Washington ha implementado medidas como la prohibición de exportación de chips avanzados a China y restricciones a las inversiones estadounidenses en tecnologías críticas. Estas acciones buscan prevenir que China desarrolle capacidades tecnológicas que fortalezcan su poder militar.
Además, el entorno académico e investigativo se ha visto afectado. Durante la administración de Donald Trump, se implementó un programa para frenar el espionaje chino en universidades, el cual fue criticado por sus implicaciones raciales antes de su finalización en 2022.
Perspectivas y críticas al nuevo acuerdo
Deborah Seligsohn, profesora de ciencias políticas en la Universidad de Villanova, señaló que el acuerdo más restrictivo reflejará una reducción de los proyectos conjuntos entre gobiernos. Sin embargo, considera que estas limitaciones permitirán que la cooperación científica continúe dentro de una relación más tensa.
Por otro lado, legisladores estadounidenses han expresado opiniones encontradas. El representante Andy Barr calificó las colaboraciones pasadas como un error estratégico que permitió a China beneficiarse enormemente de los conocimientos tecnológicos de EE.UU.
En contraste, Gregory Meeks, representante demócrata, destacó los beneficios globales de estas colaboraciones, señalando que contribuyeron a combatir enfermedades, reducir la contaminación y avanzar en el conocimiento científico. Sin embargo, Meeks abogó por una mayor supervisión del Congreso para garantizar que los proyectos se alineen con los valores e intereses de EE.UU.
Un futuro incierto para la cooperación científica
Aunque el nuevo acuerdo no cierra completamente la puerta a la cooperación científica, representa un esfuerzo significativo por parte de EE.UU. para redefinir su relación con China en un contexto de desconfianza creciente. Este pacto refleja la intención de mantener el liderazgo tecnológico estadounidense mientras se mitigan los riesgos de transferencia de conocimientos estratégicos a un competidor global.