
El viernes, un eclipse total de Luna tiñó al satélite natural de la Tierra de un impresionante color rojizo, un espectáculo poco frecuente que será seguido en dos semanas por un eclipse parcial de Sol. Este fenómeno astronómico se produce aproximadamente dos veces al año, cuando el Sol, la Tierra y la Luna, en su fase llena, están perfectamente alineados.
Durante un eclipse lunar total, la Tierra proyecta su sombra sobre la Luna, haciendo que esta pierda gradualmente su brillo blanco. Sin embargo, algo de luz solar continúa llegando a la Luna, filtrada a través de la atmósfera terrestre, lo que le da al satélite un tono rojizo. Este efecto es conocido como «Luna de Sangre» y es causado por la dispersión de la luz solar en la atmósfera terrestre, que permite que solo las longitudes de onda más largas, como el rojo, lleguen a la Luna.
El eclipse lunar, el primero del año, fue visible en su fase de totalidad desde el continente americano, gran parte de los océanos Pacífico y Atlántico, y en el extremo oeste de Europa y África. El fenómeno duró aproximadamente seis horas, con su fase de totalidad extendiéndose un poco más de una hora.
Este fenómeno se produce debido a la alineación perfecta del Sol, la Tierra y la Luna en su fase llena, lo que permite que la sombra de la Tierra cubra completamente a la Luna. La próxima oportunidad para observar un eclipse lunar total será en unos meses, y los astrónomos recomiendan estar atentos a las condiciones climáticas para disfrutar del espectáculo.
Unos días más tarde, el 29 de marzo, un eclipse parcial de Sol cubrirá parte de la Tierra. Este fenómeno será visible desde Canadá, Europa, Rusia y África. Al igual que el eclipse lunar, el eclipse solar se produce cuando el Sol, la Luna y la Tierra están perfectamente alineados. En este caso, es la Luna la que se interpone entre el Sol y la Tierra, ocultando parcialmente al Sol.
Es importante recordar que, incluso en el caso de un eclipse parcial, el Sol no debe observarse directamente a simple vista, sino solo con gafas especiales. Sus rayos pueden quemar la retina, con consecuencias irreversibles.