
Funcionarios de Suecia, Noruega y Holanda han expresado su preocupación por un total de 15 millones de dólares que contribuyeron a la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y que ahora están detenidos. Estos fondos, destinados a proyectos de desarrollo conjunto en el extranjero, llevan meses sin ser utilizados debido a recortes implementados por la administración Trump y el Departamento de Eficiencia Gubernamental de Elon Musk.
Los aliados europeos han solicitado información sobre el destino de estos fondos, preguntando si se canalizarán a los proyectos previstos o si serán reembolsados. Sin embargo, hasta ahora no han recibido respuesta. Julia Lindholm, portavoz de la agencia de desarrollo internacional de Suecia, destacó la importancia de compensar a las organizaciones asociadas por el trabajo realizado en los programas.
El congelamiento de fondos de USAID ha generado incertidumbre y preocupación entre los socios tradicionales de Estados Unidos, quienes ahora cuestionan la fiabilidad financiera de Washington. La situación se agrava con la cancelación abrupta de contratos humanitarios y de desarrollo, lo que ha llevado a despidos y al cierre de algunas organizaciones asociadas.
El proyecto Agua y Energía para la Alimentación (WE4F), en el que colaboraban Suecia, Noruega y Holanda, es uno de los afectados. Este proyecto ayuda a agricultores en países pobres a desarrollar métodos innovadores para aumentar la producción de alimentos sin agotar los recursos naturales. La falta de desembolso de los fondos está afectando a millones de agricultores vulnerables que dependen de estas tecnologías.
La administración Trump ha justificado los recortes como parte de una reestructuración de la política exterior estadounidense, enfocándose en combatir la influencia de China y aumentar las oportunidades comerciales para Estados Unidos. Sin embargo, estas medidas han sido criticadas por socavar la credibilidad de Estados Unidos como socio confiable en el ámbito internacional.