Por: Rafael Santos
El iceberg A23a, el más grande y antiguo del mundo, se desprende y flota hacia el Atlántico Sur
El iceberg A23a, conocido por ser el más grande y antiguo del planeta, ha comenzado a desplazarse tras permanecer varado durante más de tres décadas. Este gigantesco bloque de hielo, que ocupa una superficie equivalente al doble del área metropolitana de Londres, se encuentra ahora a la deriva en el océano Antártico.
Un coloso de hielo con historia
El A23a, con 400 metros de grosor y un peso estimado de casi mil millones de toneladas, se extiende sobre una superficie de aproximadamente 3,600 kilómetros cuadrados. Este enorme iceberg se desprendió en 1986 de la plataforma de hielo antártica Filchner, resultado de una fractura que dividió el bloque original en tres partes. El A23a es el más grande de los fragmentos y ha sido objeto de un constante monitoreo científico desde entonces.
En los últimos meses, el iceberg estuvo atrapado en la llamada Columna de Taylor, un fenómeno oceanográfico en el que el agua en rotación mantiene objetos en un movimiento circular. Esta condición retrasó el esperado desplazamiento del A23a hacia el norte, donde ahora, impulsado por las corrientes, comienza a seguir su curso.
Ruta hacia el Atlántico Sur
Los científicos de la British Antarctic Survey (BAS), responsables de monitorear el A23a, han confirmado mediante imágenes satelitales que el iceberg está siguiendo la corriente Circumpolar Antártica, lo que lo dirige hacia la isla de Georgia del Sur. Este destino podría ser el fin del coloso de hielo, ya que las aguas más cálidas de la región probablemente lo fragmentarán en bloques más pequeños hasta que finalmente se derrita por completo.
Impacto en el ecosistema marino
El movimiento del iceberg ha generado gran interés entre los expertos. Según Andrew Meijers, oceanógrafo de la BAS y colíder del proyecto que estudia los efectos de la capa de hielo en el océano, observar el desplazamiento del A23a brinda una oportunidad única para analizar su impacto en el ecosistema marino.
“Es emocionante ver al A23a moverse después de tanto tiempo estancado. Queremos saber si seguirá rutas similares a las de otros grandes icebergs y, más importante aún, cómo afectará al ecosistema local”, explicó Meijers en un comunicado oficial.
Un fenómeno bajo vigilancia constante
La BAS ha señalado que continuará monitoreando el desplazamiento del A23a y reportará cualquier evento significativo relacionado con su recorrido. Mientras tanto, el equipo científico sigue recopilando datos para comprender mejor cómo la interacción entre los icebergs y las corrientes oceánicas puede influir en el clima y los ecosistemas globales.
Este movimiento representa un recordatorio de las dinámicas complejas y los cambios que enfrenta la Antártida, una región clave para el equilibrio del clima en todo el mundo.