El Vaticano ha tomado una decisión sin precedentes al destituir a Francisco Ozoria Acosta de todas sus responsabilidades como arzobispo de Santo Domingo, una medida que ha sacudido a la Iglesia Católica dominicana y que podría interpretarse como un golpe histórico en el catolicismo local. La carta de despedida de Ozoria, difundida el 12 de noviembre de 2025, reveló un proceso escalonado de cuestionamientos que terminó con su remoción.
La carta de despedida: Un mensaje que conmocionó a la Iglesia
La misiva de Ozoria impactó a la cúpula eclesiástica al revelar que el Vaticano lo había despojado de sus responsabilidades por «mala administración». Esta decisión puso fin a casi una década de liderazgo en la arquidiócesis más grande e influyente del país.
Pero este final abrupto no fue repentino. Fue el resultado de años de tensiones, desde críticas a su liderazgo hasta acusaciones sobre su entorno familiar y denuncias que llegaron al Vaticano.
Críticas y señalamientos: Desde las declaraciones de Masalles a las denuncias en Roma
En 2021, el obispo de Baní, Víctor Masalles, hizo declaraciones contundentes que sacudieron a la Iglesia dominicana. Masalles criticó el manejo pastoral de la arquidiócesis, señalando:
«La Iglesia ha perdido mucho espacio (…) hay una ausencia de líderes que estén sirviendo como mediadores para poder trabajar en situaciones conflictivas. Hay un gran vacío que hay que reconocerlo.»
Estas palabras reflejaban un malestar interno que ya circulaba en los círculos eclesiásticos.
Un año después, en 2022, Ozoria reveló públicamente que su fallecido hermano, Secundino Ozoria Acosta (Nino), había sido acusado de enriquecimiento indebido. En una misa por su eterno descanso, Ozoria declaró:
«Algunas personas han acusado de que Nino se hizo rico al lado del arzobispo. Tengo esa acusación y eso llegó lejos, llegó al Vaticano.»
Esta confesión confirmó que existían denuncias dirigidas a la Santa Sede sobre su administración, lo que dañó su credibilidad.
El caso Benito Ángeles: Un escándalo que manchó su gestión
En febrero de 2024, estalló la noticia de que el obispo auxiliar Ramón Benito Ángeles estaba siendo investigado por una denuncia de agresión sexual ocurrida en 1994. Benito Ángeles había sido ordenado bajo la gestión de Ozoria, lo que asoció el escándalo a su administración.
Aunque la investigación del Vaticano no implicaba responsabilidad directa para Ozoria, la opinión pública lo vinculó al caso, lo que dañó su reputación.
Un mes después, el papa Francisco aceptó la renuncia de Benito Ángeles, quien ya había alcanzado el límite de edad canónico.
La creación de la diócesis Stella Maris: Un cambio estratégico
En agosto de 2025, el papa León XIV anunció la creación de la diócesis Stella Maris, un cambio geográfico y administrativo que fragmentó parte del territorio que Ozoria dirigía.
Aunque no hubo conflictos directos con el nuevo obispo, Manuel Antonio Ruiz de la Rosa, la creación de esta diócesis debilitó su influencia y marcó un punto de inflexión en su liderazgo.
El nombramiento de Morel Diplán: El golpe final
El golpe de gracia llegó en octubre de 2025, cuando el papa León XIV nombró a Carlos Tomás Morel Diplán como arzobispo coadjutor de Santo Domingo, con «facultades especiales» que limitaban el poder de Ozoria.
Según la carta de Ozoria, el coadjutor tendría autoridad exclusiva en:
- Administración del patrimonio diocesano
- Cuestiones económicas y financieras
- Gestión del clero y personal eclesiástico
Ozoria entendió que solo conservaba el título:
«A mí me han dejado solo el título de Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo. Lo que menos me ha gustado: los títulos.»
Las últimas palabras de Ozoria: «Han vencido los enemigos»
En su carta de despedida, Ozoria mencionó una reunión con el cardenal Marc Ouellet, quien le dijo:
«Usted tiene muchos enemigos.»
Ozoria concluyó:
«Han vencido los enemigos.»
Estas palabras reflejaban el clima de tensiones y denuncias que minaron su credibilidad ante el Vaticano.
A pesar de todo, Ozoria aceptó la decisión «en obediencia a la Iglesia», recordando sus 47 años de ministerio y citando a su mentor:
«El obispo debe tener vocación de mártir. Yo me debo a la Iglesia, amo la Iglesia y obedezco a la Iglesia.»
Conclusión: La destitución de Francisco Ozoria es un caso emblemático de cómo cuestionamientos internos, escándalos y decisiones vaticanas pueden llevar a la caída de un líder eclesiástico. Su historia refleja los desafíos de transparencia y gestión que enfrenta la Iglesia Católica en el siglo XXI.
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