El Barrio Chino de Nueva York vivió este martes una jornada de caos y tensión tras una redada de ICE, la Patrulla Fronteriza y el FBI en Canal Street, supuestamente enfocada en combatir la venta de productos falsificados. Sin embargo, el operativo, que terminó con nueve detenidos y el uso de gas pimienta contra manifestantes, dejó al descubierto una realidad más compleja: el miedo a una nueva era de deportaciones masivas entre los inmigrantes indocumentados que dependen de la economía informal.
Las autoridades federales insistieron en que la acción fue «específica y basada en inteligencia», dirigida a delincuentes con antecedentes por falsificación, tráfico de drogas y agresión a agentes. Pero en las calles, el relato fue otro: «Nos trataron como criminales solo por vender en la acera», denunció un vendedor vietnamita, quien, como muchos otros, salió a trabajar este miércoles con miedo pero sin opciones. «Nosotros pagamos impuestos. Esto es una violación a nuestros derechos», añadió.
El impacto del operativo fue inmediato: cientos de puestos no abrieron, y los que lo hicieron lo hicieron con recelo. «Pensar que ahora debemos temerle no solo a la policía, sino a ‘La Migra’ y a la deportación, es aterrador», compartió «Berta», una vendedora de tamales en Brooklyn. Su testimonio refleja el pánico generalizado entre quienes, sin papeles pero con familias que mantener, ven su sustento en peligro.
Mientras, activistas y abogados cuestionaron la legalidad de la redada. La fiscal general de Nueva York, Letitia James, pidió a los ciudadanos que documenten y reporten cualquier abuso, asegurando que su oficina investigará posibles violaciones. «Nadie debe vivir con miedo a ser detenido ilegalmente», declaró. Pero la pregunta sigue en el aire: ¿Este es el inicio de una política más agresiva contra los inmigrantes en NYC?
El debate también incluye a comerciantes establecidos, algunos de los cuales, aunque no apoyan las redadas, consideran que la venta de piratería en las aceras desleal con sus negocios formales. «La Ciudad ha hecho la vista gorda por años. Esto no es justo para quienes pagamos impuestos y alquileres», opinó un dueño de tienda en Lafayette Street.
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