
El aire en Gaza huele a pólvora y desesperación. A solo dos días del segundo aniversario del ataque del 7 de octubre de 2023 que desencadenó esta guerra sin fin, Hamás ha lanzado un ultimátum dramático: un acuerdo inmediato para el intercambio de rehenes por prisioneros palestinos, o las negociaciones en Egipto podrían colapsar antes de comenzar. «No habrá más demoras», declaró un alto funcionario del grupo a la AFP, bajo condición de anonimato. Pero hay una condición no negociable que ha puesto a Israel contra las cuerdas: el cese total de todas las operaciones militares en Gaza, incluyendo bombardeos, sobrevuelos de drones y la retirada de tropas del interior de la Ciudad de Gaza.
El plan de paz propuesto por el presidente Donald Trump —que incluye un alto el fuego inmediato, la liberación de rehenes en 72 horas, la retirada gradual del ejército israelí y el desarme de Hamás— parece ser la última esperanza para detener el derramamiento de sangre. Sin embargo, mientras las delegaciones se preparan para viajar a Sharm el Sheij (la israelí liderada por el ministro Ron Dermer y la de Hamás desde Doha), en el terreno la violencia no da tregua. El sábado, los bombardeos israelíes dejaron al menos cinco muertos, según la Defensa Civil de Gaza, y el ejército israelí no muestra señales de detener sus operaciones. «Si fracasan las negociaciones, retomaremos el combate», advirtió el jefe del Estado Mayor israelí, Eyal Zamir, durante una visita a las tropas en Gaza.
La paradoja es que, aunque el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu ha expresado su apoyo al plan de Trump, también ha dejado claro que Israel no se retirará completamente de Gaza, donde mantiene el control de aproximadamente el 75% del territorio. «Ha habido una disminución en los bombardeos desde la noche del sábado», observó Muin Abu Rajab, un residente de Gaza, pero añadió que cree que es solo una «maniobra táctica» y no una retirada real. Mientras tanto, Trump ha sido enfático: «No toleraré ningún retraso» en la aplicación de su plan, que incluye una primera «línea de retirada» israelí de 1.5 a 3.5 km dentro de Gaza. «En cuanto Hamás acepte, un alto el fuego entrará inmediatamente en vigor», aseguró el presidente estadounidense.
Pero el costo humano de esta guerra es insoportable. Desde el ataque del 7 de octubre de 2023, que dejó 1,219 muertos en Israel (en su mayoría civiles), la ofensiva israelí ha causado, según el Ministerio de Salud de Gaza, 67,000 muertos, la mayoría civiles. La ONU ha declarado hambruna en partes de Gaza, y sus investigadores acusan a Israel de cometer un genocidio, una acusación que el gobierno israelí rechaza categóricamente. Entre los rehenes, 47 siguen en Gaza, de los cuales 25 han muerto, según el ejército israelí. «Estamos dispuestos a liberar a todos los rehenes en el marco del plan de Trump», declaró Hamás el viernes, pero la pregunta que todos se hacen es: ¿Podrán las partes superar sus desconfianzas mutuas antes de que la violencia los consuma a todos?
Mientras las delegaciones se preparan para sentarse a la mesa de negociaciones, el reloj sigue corriendo. Gaza no puede esperar mucho más. Cada hora que pasa sin un acuerdo significa más muertes, más destrucción y más dolor para una población que ya ha sufrido demasiado. La pregunta que queda en el aire es: ¿Lograrán las partes encontrar un camino hacia la paz, o este será otro intento fallido en una guerra que parece no tener fin?