
Cuando 30 haitianos fueron detenidos en Mamá Tingó la madrugada del 3 de octubre de 2025, las autoridades presentaron el operativo como un éxito en la lucha contra la migración irregular. Pero detrás de esa cifra hay una realidad más compleja: un sistema económico que depende de mano de obra barata, una crisis humanitaria en Haití que no da tregua y políticas migratorias que oscilan entre la regularización y la represión. Este no es solo un caso de control fronterizo; es el síntoma de un problema regional sin solución a la vista.
República Dominicana alberga la mayor comunidad haitiana fuera de Haití, con estimaciones que oscilan entre 500,000 y 1 millón de personas, según la CEPAL. La mayoría llega huyendo de la violencia de pandillas, la inflación desbocada (superior al 50% en 2024) y la paralización estatal que ha sumido a Haití en el caos. Pero una vez en suelo dominicano, se enfrentan a un laberinto legal: sin papeles, no pueden acceder a servicios básicos, pero sin trabajo, no pueden regularizar su estatus. Mamá Tingó es solo un eslabón más en esta cadena.
La economía de la migración: ¿Quién se beneficia? Los 30 haitianos detenidos en el operativo del 3 de octubre probablemente trabajaban en alguno de estos sectores:
- Agricultura: Cortando caña en los ingenios azucareros de Monte Plata o cosechando plátanos. Según la FAO, el 30% de la mano de obra agrícola en la región este es haitiana.
- Construcción: Como albañiles o ayudantes en obras residenciales. En Santo Domingo y Santiago, el 20% de los obreros son extranjeros, muchos sin contrato.
- Servicios domésticos: Limpieza, cuidado de ancianos o niños. Un informe de OXFAM (2023) reveló que el 70% de las empleadas domésticas haitianas ganan menos del salario mínimo.
La paradoja es que, mientras el Estado los persigue, la economía los necesita. En 2024, la Cámara de Comercio de Monte Plata estimó que sin trabajadores haitianos, sectores como la agricultura perderían hasta un 40% de su productividad.
Haití: El país que no puede retener a su gente La detención en Mamá Tingó ocurre en un momento crítico para Haití:
- Crisis política: Desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse en 2021, el país está sumido en un vacío de poder, con pandillas como G9 controlando el 60% de Puerto Príncipe.
- Colapso económico: El gourde haitiano perdió el 80% de su valor entre 2020 y 2024. La canasta básica cuesta 5 veces más que el salario promedio.
- Desastres naturales: El terremoto de 2021 y las inundaciones de 2023 dejaron a 2 millones de personas en necesidad urgente de ayuda humanitaria.
En este contexto, migrar es una cuestión de supervivencia. Según ACNUR, en 2025 más de 100,000 haitianos intentaron cruzar a República Dominicana, un aumento del 30% respecto a 2024.
Las políticas dominicanas: Entre la zanja y el puente República Dominicana ha probado dos enfoques en la última década:
- Regularización masiva: Como el Plan de 2013-2015, que benefició a 280,000 haitianos, pero que muchos criticaron por ser insuficiente y burocrático.
- Endurecimiento: Operativos como el de Mamá Tingó, respaldados por sectores que exigen «manos duras» contra la migración. En 2024, la DGM deportó a más de 50,000 haitianos, la cifra más alta en una década.
El problema es que ninguna estrategia ha funcionado del todo. La regularización es lenta y excluyente; la deportación, costosa y temporal. Mientras, la demanda de trabajo barato sigue ahí, y con ella, la migración irregular.
El rol de las redes de tráfico No todos los haitianos llegan por su cuenta. Organizaciones como Amnistía Internacional han documentado la existencia de redes de tráfico que cobran entre $500 y $1,500 USD por cruzar la frontera. Estas redes operan con complicidad de funcionarios corruptos en ambos lados, según denuncias de la Procuraduría Especializada contra el Tráfico Ilícito de Migrantes (PETIM).
En Mamá Tingó, los detenidos del 3 de octubre podrían ser víctimas de estas redes, prometidas con trabajos que nunca existieron o documentos falsos. La pregunta es: ¿Por qué el Estado persigue a los migrantes, pero no a quienes lucran con su desesperación?
El operativo de Mamá Tingó es un recordatorio de que la migración no se detiene con redadas. Mientras Haití siga en crisis y República Dominicana necesite mano de obra barata, los flujos continuarán. La solución requiere tres ejes:
- Acuerdos bilaterales que faciliten la migración laboral temporal (como los programas con España o EE.UU.).
- Inversión en desarrollo fronterizo, para que comunidades como Mamá Tingó no dependan de la economía informal.
- Persecución a las redes de tráfico, que son el verdadero motor de la migración irregular. Sin esto, cada operativo será solo un parche temporal en un problema que sigue creciendo.
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